Un estudio realizado en Gran Bretaña sugiere que las personas pobres que padecen cáncer no tendrían las mismas posibilidades de participar en ensayos clínicos de fármacos experimentales que el resto de los pacientes oncológicos.
Dado que esos ensayos permitirán eventualmente que las
autoridades regulatorias decidan aprobar los fármacos para una
población más amplia, es fundamental que la muestra estudiada
sea representativa de los potenciales usuarios.
Además, "existe una cuestión ética de acceso a los ensayos clínicos porque, en general, las opciones terapéuticas (para estos pacientes) tradicionales no son suficientes", dijo el coautor del estudio, James Spicer, del King's College de Londres y del Hospital de Guy.
"Son pacientes con cáncer avanzado y muchos desearían acceder a terapias experimentales", dijo a Reuters Health, en parte para sentir que están colaborando con la investigación que ayudará a futuros pacientes.
El equipo de Spicer explica que los pacientes pobres tendrían más enfermedades crónicas que les impedirían reunir los requisitos de participación en los ensayos, o que las diferencias en el acceso a la educación y la atención impedirían que puedan participar en un estudio clínico.
El equipo revisó datos de 430 personas con cáncer que habían sido derivadas para participar de experimentos farmacológicos en el Hospital de Guy, de Londres, entre el 2007 y el 2012.
Luego, comparó esa información con la de más de 10.000 londinenses con un diagnóstico nuevo de cáncer en el 2010 y calificó el nivel socioeconómico según una escala de cinco puntos y los códigos postales, los datos del censo y el nivel de ingresos, educación e inseguridad de esos hogares.
Los pacientes más pobres eran un 47 por ciento menos propensos que los pacientes más ricos a que los médicos los derivaran para participar de un ensayo clínico farmacológico.
"Esto no me sorprende porque sabemos que existen barreras de acceso no sólo a la primera fase de un estudio, sino a los ensayos clínicos en general", dijo la doctora Lillian Siu, del programa de desarrollo de fármacos del Hospital Princesa Margarita, en Toronto, Canadá.
"Por muchos motivos, el nivel socioeconómico es una barrera comprensible porque los pacientes no reciben la atención que necesitan debido a que, por ejemplo, no pueden pagarla o deben trasladarse al centro oncológico", dijo Siu, que no participó del estudio.
Los pacientes mayores también eran menos propensos que los más jóvenes a que los derivaran para participar de los ensayos clínicos.
Pero cuando los pacientes eran derivados, tenían las mismas probabilidades de participar, sin importar el nivel socioeconómico ni la edad, según publica el equipo en Journal of Clinical Oncology.
"Esto sugiere que hay una barrera previa, en la consideración de los pacientes que podrían participar. Podría estar perfectamente justificada por factores como las comorbilidades o, simplemente, algo de discriminación inconsciente en los médicos que derivan a los pacientes", señaló Spicer.
FUENTE: Journal of Clinical Oncology, online 3 de diciembre del 2012
Además, "existe una cuestión ética de acceso a los ensayos clínicos porque, en general, las opciones terapéuticas (para estos pacientes) tradicionales no son suficientes", dijo el coautor del estudio, James Spicer, del King's College de Londres y del Hospital de Guy.
"Son pacientes con cáncer avanzado y muchos desearían acceder a terapias experimentales", dijo a Reuters Health, en parte para sentir que están colaborando con la investigación que ayudará a futuros pacientes.
El equipo de Spicer explica que los pacientes pobres tendrían más enfermedades crónicas que les impedirían reunir los requisitos de participación en los ensayos, o que las diferencias en el acceso a la educación y la atención impedirían que puedan participar en un estudio clínico.
El equipo revisó datos de 430 personas con cáncer que habían sido derivadas para participar de experimentos farmacológicos en el Hospital de Guy, de Londres, entre el 2007 y el 2012.
Luego, comparó esa información con la de más de 10.000 londinenses con un diagnóstico nuevo de cáncer en el 2010 y calificó el nivel socioeconómico según una escala de cinco puntos y los códigos postales, los datos del censo y el nivel de ingresos, educación e inseguridad de esos hogares.
Los pacientes más pobres eran un 47 por ciento menos propensos que los pacientes más ricos a que los médicos los derivaran para participar de un ensayo clínico farmacológico.
"Esto no me sorprende porque sabemos que existen barreras de acceso no sólo a la primera fase de un estudio, sino a los ensayos clínicos en general", dijo la doctora Lillian Siu, del programa de desarrollo de fármacos del Hospital Princesa Margarita, en Toronto, Canadá.
"Por muchos motivos, el nivel socioeconómico es una barrera comprensible porque los pacientes no reciben la atención que necesitan debido a que, por ejemplo, no pueden pagarla o deben trasladarse al centro oncológico", dijo Siu, que no participó del estudio.
Los pacientes mayores también eran menos propensos que los más jóvenes a que los derivaran para participar de los ensayos clínicos.
Pero cuando los pacientes eran derivados, tenían las mismas probabilidades de participar, sin importar el nivel socioeconómico ni la edad, según publica el equipo en Journal of Clinical Oncology.
"Esto sugiere que hay una barrera previa, en la consideración de los pacientes que podrían participar. Podría estar perfectamente justificada por factores como las comorbilidades o, simplemente, algo de discriminación inconsciente en los médicos que derivan a los pacientes", señaló Spicer.
FUENTE: Journal of Clinical Oncology, online 3 de diciembre del 2012
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